Esta es la imagen del mayor de los museos. Mirando arriba y a través de la tecnología adecuada, un telescopio, se pueden ver diferentes épocas: el presente, el pasado y el futuro del universo.
Así empezaba Óscar del Río su charla la semana pasada, cuando la Fundación Banco Sabadell reunió bajo la iniciativa SumArte a más de 40 representantes de 20 museos y centros artísticos. La sesión fue como una plaza abierta para conectar y preguntarnos cómo la Inteligencia Artificial podría multiplicar las visiones de la realidad y las posibilidades de visitar un museo.
Aquí un breve resumen de la visión que compartimos con las organizaciones.
Antes de nada, ¿por qué tenemos la certeza de que la IA no es un hype?
Es un momento único, sin lugar a dudas, similar a cuando se democratizó el uso de internet o cuando se lanzó el primer iPhone. La IA se ha filtrado en nuestro día a día y la utilizamos para realizar tareas fundamentales, casi sin darnos cuenta. Es lo que Óscar resumía en su charla con tres razones de peso que nos dan la certeza de que la IA es un hecho
Resumiendo:
- La IA ya es accesible a todo el mundo.
- La IA multiplica por 10 la eficiencia de las tareas.
- Su adopción es fundamental.
El cambio que viene es ineludible y veloz. Por eso, cobra mayor importancia el encuentro propiciado por la Fundación para que las organizaciones artísticas conozcan las posibilidades que tienen delante. De hecho, muchas de las necesidades que surgieron encontraron respuesta en una aplicación inteligente de la tecnología: accesibilidad, democratización, conservación del patrimonio, museografía, datos…
Qué aplicaciones tiene la IA en los museos
Santiago Colomo responsable de Desarrollo de Negocio en Interacso nos habló de tres aplicaciones estrategias tecnológicas basadas en IA:
1. ID unívoca: La identificación de las obras es esencial. Algo que parece una obviedad no está en absoluto resuelto por las tecnologías clásicas que simplemente clasifican y catalogan. Una identificación unívoca permite situar la obra en espacios y tiempos: cuándo se hizo, en qué sala se expone, de qué museo viene. Este conocimiento puede generar narrativas ad hoc sobre lo que estaba pasando cuando se pintó o simplemente saber el tiempo en que un visitante se encuentra contemplando la obra en una sala determinada. Esta identificación permite además buscar similitudes y enriquecer sobremanera la experiencia contextual de la propia obra permitiéndonos, por ejemplo, hacer recorridos al museo completamente personalizados.
Arts & Culture de Google lanzó en EE. UU. la aplicación Art Selfie. Se pedía a los usuarios que se hicieran un selfie y, con ayuda del reconocimiento facial, la aplicación buscaba retratos similares a la imagen entre miles de obras de arte. Se hizo viral enseguida.
2. Gemelo Digital: Permite replicar virtualmente las instalaciones y colecciones del museo para crear simulaciones de casi todo. Sus usos son muchos: se podría coordinar el flujo de visitantes, diseñar rutas de accesibilidad o reproducir las condiciones de las salas como iluminación, disposición de obras, crear escenarios tipo “qué pasaría si…” (aumenta la temperatura de la sala, se supera el aforo, se cambia una obra de ubicación, etc.).
El Museo de Historia Natural de Londres está trabajando para poner en línea el 25% de los 86 millones de especímenes del museo en un plazo de cinco años. Esta plataforma interactiva facilita el acceso a exposiciones y piezas, contribuyendo a la educación y la investigación sin necesidad de estar físicamente presente en el museo.
3. Aumentación de datos: Esto quiere decir que la IA puede hacer tantas lecturas del cuadro con los datos que necesitemos: lugares en donde ha estado, pigmentos, momento histórico, autor, técnica, iconografía, etc. Se trata de enriquecer la catalogación de los activos con metadatos extraídos por IA que luego permitan establecer correlaciones atípicas, buscar patrones y establecer relaciones “al vuelo”. Podríamos, por ejemplo, obtener un inventario de todas las obras que utilizan pigmentos añiles en un periodo, o crear una guía de visita viendo obras en que se muestren motivos gastronómicos, o que aparezcan en una determinada película de cine ¡Imaginación al poder gracias al dato!
El Barcelona Supercomputing Center y el Museo Nacional del Prado tienen el proyecto FrAI Angelico, que muestra cómo la inteligencia artificial reconoce la simbología y el contenido de las pinturas, e incluso detecta pequeños detalles que pueden pasar desapercibidos para el ojo humano.
Los museos ya son espacios de fascinación, inteligencia colectiva e inspiración. La tecnología no viene a sustituir, sino a potenciar y aumentar la experiencia del arte presencial y el margen para elevar una experiencia tan poderosa es inmenso. Lo que hace unos años imaginábamos como ciencia ficción es ya algo del presente; agradecemos a la Fundación Banco Sabadell por invitarnos a contribuir y ser un agente fundamental de cambio.